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Efecto "Caineja".

  • Por Itziar TOPFOT
  • 11 ago, 2019

El efecto “Caineja” no se explica, se vive. No se provoca, sucede. No se define, se experimenta. No se razona, se siente.

Con los años observamos que no hay nada nuevo bajo el sol y que todos somos más parecidos entre nosotros de lo que nos creemos, bien sea por patrones que “mamamos” en su día o por demás condicionantes de nuestro contexto diario. El caso es que cada persona que se sube a la furgo, (la “Caineja”), a vivir un rato, “sufre” la misma evolución:

Da igual que sea chico, chica, joven, adulto…

Al principio, todo empieza con la actitud de estar un poco a la defensiva, en plan “vamos a ver de qué va esto…”.

Al cabo de un día, la persona novata controla la furgoneta mejor que aquí la menda. Se adapta a la improvisación, a los sucesos espontáneos y a no planear nada, con suma facilidad y pilota la “rutina dentro del desorden” con una fluidez casi natural. Buscar agua para llenar el depósito, ir controlando el aceite del motor, localizar sitios alternativos donde puede “suceder la ducha”, gestionar la despensa, los cartuchos de gas, el gasoil…encontrar un lugar “furgoperfecto” para dormir, observar si hay que tomar medidas preventivas de seguridad por la noche…

A los dos días, el nuevo viajero ya ha perdido totalmente la noción del tiempo. Cuando le preguntas cuándo hemos salido de ¿casa?, se queda pestañeando y recapacitando pues, de repente, no tiene ni idea si ha pasado un día o un mes. Todo fluye, los días son eternos, las noches tremendas, las opciones infinitas, la libertad indescriptible…el tiempo “cunde” ya que todo lo ven como algo nuevo pues tienen la sensación de que “usan, exprimen y son dueños de su tiempo”, todo sucede de manera sencilla y se percatan de:

 Sólo  hay problemas si tú quieres ver problemas, pues las cosas son casi siempre más fáciles de lo que parecen.

 La vida está a la vuelta de cualquier esquina si es que tú estás dispuesto a abrazarla ya que “para ver, hay que querer ver”.

Se necesita muy poco para seguir vivo y feliz, que nos solemos quejar de vicio…

Y en conclusión: menos es más…

La alimentación es otro tema que sorprende. En una "furgo” puedes comer tan sano como en ¿casa? o incluso con mayor calidad. Encima no queda otro remedio que hacer “slow food” con lo cual aún mejora la situación. Los menús son frescos y variados si en lugar de tirar de raciones de emergencia de la despensa, vas a los mercados locales, por no hablar de las bebidas de la zona…Y ¿qué decir de los lugares que encuentras para montar los mejores desayunos-comidas-cenas del mundo?…

En este hotel rodante de cinco mil millones de estrellas, muchos van con miedo de no dormir bien…y ahí me ves (yo que duermo bien, pero poco), salir por las mañanas tratando de no hacer mucho ruido, para hacer tiempo mientras al compi de turno le apetece despertar…es buenísimo. Si no, en verano el sol y el calor son mis aliados para hacerles levantarse. Porque también aquí se dan cuenta de los fenómenos de la naturaleza de manera mucho más directa que en el día a día cotidiano: Se percatan de cuándo amanece y anochece, el frío, el calor, el ruido, el sonido de las olas, de los pájaros, de la lluvia, del viento…

Otra anécdota es cómo las personas se adaptan a esta convivencia extrema, en un espacio tan pequeño, el orden desde la mañana a la noche es fundamental para no crear el caos, todo se vive de manera muy intensa, pues estás las veinticuatro horas del día con el “compi de viaje”…pero la predisposición que surge para que ese buen rollo no se acabe, habitualmente saca de nosotros una entrega máxima y tolerancia a raudales. Esto suele desembocar en la creación de una colección de momentos que nada podrá borrar de tu memoria en la vida…es “flipante”…

Se sorprenden mirando a muchos miedos de frente y descubriendo que como son suyos, los pueden vencer y dejar paso a otros nuevos. Reaccionan enfrentándose a nuevas situaciones que nunca se habían planteado.

El momento agrio es cuando hay que volver a ¿casa?. Ellos generalmente son siempre quienes ponen la fecha de regreso y en alguna ocasión han decidido posponerla durante la experiencia. No quieren llegar a ningún sitio, no quieren volver a lo conocido, no quieren parar, no quieren que se acabe “esta movida”. Se replantean muchas cosas, situaciones cotidianas, se revuelve algo por dentro, no quieren renunciar a lo que es pura vida…

Pero lo mejor de todo esto, lo que creo que ni sospechan, es que en cada viaje, me sucede a mí todo lo anterior, exactamente igual que a ellos y no dejo nunca de sorprenderme y aprender sobre mí misma, gracias a ellos. Y espero saber, poder y querer aplicar este aprendizaje, cada día y a todo, dentro y fuera, con y sin, “Caineja”…

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